La fabricación aditiva, más comúnmente conocida como impresión 3D nace en la década de 1980 permitiendo por primera la creación de objetos 3D a partir de archivos digitales. Desde entonces, la impresión 3D se ha usado sobretodo para el prototipado rápido. Sin embargo, la pandemia de COVID demostró como gracias a la impresión 3D se fabricaron piezas a medida y de gran utilidad en lugares que suelen ser ajenos a los grandes procesos de fabricación como las universidades y casas particulares. Inspirándonos en ese ejemplo, decidimos explorar las posibilidades de la impresión 3D para la fabricación de biosensores electroquímicos miniaturizados. Esto supone un cambio en el funcionamiento clásico de la mayoría de los laboratorios donde su uso se limita a modelos comerciales o dispositvos fabricados externamente en empresas o instituciones con gran capacidad de fabricación. Con esta charla queremos compartir nuestra experiencia y poner en perspectiva la tecnología de la impresión 3D, así como enfatizar las posibilidades presentes y futuras para la democratización de procesos de fabricación descentralizados y a ser posible que sirva de inspiración para nuevas aplicaciones disruptivas.