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9.725 millones es el número de personas que en 2050 tendremos que alimentar. Un incremento del 27% con respecto al año actual y, sin duda, uno de los mayores retos a los que nos enfrentaremos como especie. Sin embargo, el desarrollo de una agricultura sostenible, escalable y de mayor productividad parece no ser lo suficientemente relevante como para que la tecnología tenga algo que aportar al respecto. El sector primario ha pasado a un plano secundario en el que no parece encajar con el movimiento de revolución tecnológica que estamos viviendo.

Es nuestra obligación dar solución desde la innovación a un reto de magnitud global y urgente, transfiriendo nuestro actual conocimiento y desarrollo a un sector que hemos dejado atrás. La teledetección, los drones, Internet de las Cosas, redes de comunicación inalámbricas, modelado matemático, inteligencia artificial, big data, aplicaciones móviles… son solo algunas de las soluciones del presente que ya pueden aplicarse para ejecutar una transformación real en la agricultura que lleve a la máxima eficiencia el uso de recursos naturales y que, además, ofrezca un ahorro de costes, optimizando cultivos, prediciendo la aparición de enfermedades, observando la evolución y crecimiento de forma remota, mejorando la productividad final y consiguiendo un objetivo fundamental: gestionar una demanda global creciente de manera sostenible y respetuosa con el medio ambiente.